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Nota del editor

Sobre la geopolítica, las emisiones, la bajante, Galicia en Malvinas y la gobernanza portuaria de Río Negro

Mientras vivimos un tiempo donde la idea de la nueva administración es que el Estado no intervenga en las relaciones internacionales y que cada uno compre y venda como quiera, si es que puede, - se viene avanzando mucho en la reducción de normas que limitan las operaciones, aunque el control de cambios, el riesgo país y la demanda interna, aún no permite ser todo lo libres que Venegas Lynch demanda-; la geopolítica global esta más divertida que nunca. El país más poderoso del mundo presionó para que su presidente de un paso al costado y no vaya a reelección, - aunque si tiene capacidad para gobernar hasta el traspaso de gobierno- mientras que de la actual vicepresidenta, se sabe que su interés con Latinoamérica se ha centrado en cómo hacer para reducir la inmigración a los EE.UU. desde Centroamérica, prometiendo inversiones privadas en esa región. Con Sudamérica poco y nada. Además de la crisis incierta del Mar Rojo que pega en la logística global, se suma la hipótesis de conflicto con el alerta del área de Defensa de EE.UU. sobre el esquema de colaboración Ruso-Chino en la ruta de navegación del Ártico, donde además hay mucho de potencial en recursos básicos. Más aquí, por esta región, se viene para principios del año próximo la avanzada china en Perú con el puerto de Chancay con su conexión directa a su casi homónima Shanghai.
Y precisamente en el ámbito del shipping, un dato que golpea y preocupa es que las emisiones de carbono de la actividad naviera a nivel global llegaron a 23 millones de tons. en la primera mitad del año, 6% más que en el mismo período del 2023, según Marine Benchmark. Esto, se entiende, en parte por el mayor tránsito que tienen que hacer los buques por los ataques que reciben en el Mar Rojo. El incremento es igual a lo que liberarían seis plantas de energía alimentadas a carbón, dice el informe. Lidera el aumento, el segmento de portacontenedores con 15% del total.
Estos números – diferentes de los que maneja IMO- representan toda una paradoja en momentos en que la industria enfrenta la presión de la transición energética y se le exige invertir en nuevas tecnologías ante la necesidad de reducir emisiones. Claro que, en casos de restricciones logísticas por conflictos bélicos, los armadores no pueden manejar las variables. Aquí no sólo está el problema en el Mar Rojo, también se da la necesidad de proveerse de crudo de otros orígenes a partir de las restricciones impuestas a Rusia.
Por otro lado, en estos días se dio el lamentable siniestro ocurrido con el barco palangrero "Argos Georgia", hundido a unas 170 millas al este de Malvinas, que dejó muertos y desaparecidos, - raro para un buque relativamente nuevo- en principio a partir de un rumbo en su casco en medio de aguas turbulentas, que son normales para la época del año.
Se señala que la armadora del buque, Argos Froyanes, - empresa anglo-noruega líder en pesquerías que también trabaja en las aguas uruguayas- tiene una fuerte vinculación con la industria gallega, tanto a nivel laboral como en relaciones comerciales – de hecho España está en vilo por la muerte de varios tripulantes de origen gallego-. En el momento de declarar el estado de emergencia, el buque se dirigía a pescar.
Más allá de la tragedia, el tema de la pesca gallega en Malvinas aparece en los grandes medios, algo poco común. No olvidemos que empresas de ese origen tienen joint ventures para la pesca concesionada por el gobierno malvinense. Tema del que poco se habla en los foros diplomáticos y en el diálogo bilateral con la madre patria, hoy embarrado por discusiones de conventillo que se convierten en "estrategias de gobierno".
Mientras tanto, lejos de allí, en la vía navegable del Paraná, tanto río arriba en Paraguay como en aguas argentinas, vuelve el problema de la bajante. Aquí se suma la incertidumbre del dragado y la espera hasta que salga el humo blanco a partir de lo que dicte el príncipe de turno sobre qué ocurrirá sobre la concesión.
Al mismo tiempo, en la Argentina, se acentúa el curioso, inédito e interesante debate entre dos provincias para la salida de gas desde Vaca Muerta. Ya sea Bahía Blanca o Punta Colorada. Qué bueno que se pelee por la exportación que, de pronto, se ve como algo positivo para el país.
En ese contexto, el gobernador de Río Negro, que adhirió al esquema de promoción de inversión del RIGI y es defensor de las calidades de sus aguas para recibir a los buques que llevarán la energía argentina al mundo, advirtió sobre la gobernanza privada que maneja para este emprendimiento. Allí no quiere consorcios, municipios, cámaras empresariales ni gremios en la administración portuaria, tema muy importante en el costo de los cargadores.
Pero a no demorar mucho con la discusión, porque el combustible fósil tiene tiempo de vencimiento. O no?

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