La energía como la nueva revolución. Buscando que sea sustentable en el tiempo

03 de junio 2025

El potencial enorme al que hay que ponerle todo el valor agregado posible

Vaca Muerta es el 60% de la producción de petróleo y gas de Argentina. Un recurso que no existía hace 15 años y hoy en día ya es una realidad y con una proyección para seguir incrementando producción. Con un mercado interno que ya está abastecido con unos 500/550 000 barriles diarios, todo incremento en la producción va a la exportación.

El rol que está desempeñando hoy Vaca Muerta en particular y los hidrocarburos en general le están dando a la Argentina una fortaleza macroeconómica en la balanza de pagos vinculado al superávit comercial y a la recaudación fiscal equivalente a lo que pudo haber sido la soja desde los ’90, primero en el crecimiento multiplicado de volumen y por la recaudación impositiva asociada, tanto para Nación como principalmente para la provincia de Neuquén. La inversión en Vaca Muerta está arriba de los U$10 000 millones por año, y todo el incremental se está exportando, se han hecho las obras de evacuación, que permiten que hoy se puede exportar petróleo. En gas aún todavía quedan obras pendientes, pero se  va por el buen camino.

“Mayores ingresos, mayor recaudación, mayor aporte de divisas e inversiones, más empleo. Es un círculo virtuoso por donde se lo mire”, señala Adolfo Storni, empresario del sector energético con quien analizamos el desarrollo de Vaca Muerta, el boom energético frente al estancamiento de años; las perspectivas de la producción y la exportación del no convencional, el potencial de la energía verde, las limitaciones para generar más inversiones y competitividad, de logística, entre otros temas.

Resalta el dinero infernal que se gastó por la importación de gas durante tantos años. Por ejemplo, en 2014 hubo un déficit energético de U$19.000 millones. Una locura. “Hoy Argentina, más allá de todos sus sectores productivos, no sería viable sin su superávit energético. Aquí no se generan suficientes dólares en la economía, ni en el comercio internacional como para poder bancar las importaciones de energía, que fueron por miles de millones de dólares. Es decir que además de las ventajas en cuanto a los números macroeconómicos, se añade que casi directamente se deja de importar”, dice. De hecho, este año son muy pocos los barcos contratados para importar y por el atraso de la llegada del invierno todavía no encuentran demanda, aunque recién comienza el frío.

Pero advierte que el sistema también presenta sus amenazas, una que viene de afuera, como puede ser la recurrencia de la caída del precio internacional que, por ejemplo, se dió el último mes, mejorando un poco luego. Otras del lado local, como ciertas inconsistencias macroeconómicas locales como que la exportación tenga un tipo de cambio planchado con una inflación en dólares todavía elevada que lleva a un aumento en los costos internos que roba competitividad, hoy entre el 10 y el 20% todos los años.

El gobierno empezó ordenando la macroeconomía, que está infinitamente mejor que hace dos años, hay estabilidad de tipo de cambio, superávit comercial y fiscal, crecimiento de las reservas del Banco Central, importaciones que se pueden pagar sin ningún tipo de restricción, muchos elementos positivos. Por otro lado, si se compara con el último periodo de larga estabilidad de la convertibilidad hace varias décadas,podríamos decir que el mismo tipo de cambio real, pero hay que agregarle derechos de exportación, impuesto de los débitos y créditos, crecimiento de ingresos brutos y otros impuestos que hacen que la ecuación sea peor. Al mismo tipo de cambio, mayor presión fiscal, una ecuación para el productor y exportador mucho peor que hace 25 años”; explica Storni.

Entiende, por otro lado, que las empresas petroleras hacen los deberes y la productividad ha aumentado; los pozos se hacen más baratos, se logra hacerlos en menos tiempo, los equipos de perforación y las fracturas se pagan por día, las inversiones en infraestructura en el caso del petróleo son hechas por las empresas. De hecho, toda la ampliación del oleoducto de evacuación para Bahía Blanca y el nuevo oleoducto Vaca Muerta Sur, se hace con dinero de los privados. Distinto fue el caso del último gasoducto grande que se hizo con fondos públicos, claro que, con emisión sin respaldo, pero, reconoce Storni, muy positivo porque permite evacuar el gas – hay mucho más por sacar- y bajar la importación.

Infraestructura para exportar

En infraestructura hay un oleoducto de Vaca Muerta para exportar petróleo y se avanza en el gasoducto para poder llevar el gas a los barcos que van a hacer la licuefacción. ¿Río Negro y Bahía Blanca? “En su momento las empresas involucradas entendieron que Río Negro era más conveniente, a través de algunos beneficios e incentivos de la provincia y eso ayudó desde homologar el RIGI hasta algunas exenciones, en ingresos brutos y otros impuestos, así la posición económica de salir por Río Negro primó frente a la provincia de Buenos Aires”, explica Storni.

También se dejó de lado el proyecto multimillonario que involucraba a Petronas. “Hoy ya no se habla de instalar una planta en tierra sino utilizar barcos. Esto implica pasar de una inversión fenomenal a una que implica el alquiler y el proceso, es decir solo un costo operativo. Para Argentina, en un período poco floreciente económicamente, con los problemas que tenemos para financiar grandes proyectos es una decisión correcta”, añade.

En materia de LNG, el proyecto lo lidera PAE y GOLAR con otros socios y está en fase de ejecución con fecha cierta y barcos nominados para empezar a trabajar. En principio, con el gas que viene de la cuenca austral con la producción offshore frente a Tierra del Fuego. Se trata de unos pozos muy productivos, de hecho, hoy el 20% del gas que produce la Argentina viene de esa zona, añade.

Reconoce que el gas está corriendo con un poco más de demora en la infraestructura, aunque fue muy importante el gasoducto Perito Moreno, así como la reversión del gasoducto norte, que permiten hoy, por ejemplo, no tener que importar gas de Bolivia que curiosamente se quedó sin poder aprovecharlo para exportar. “Esto, porque cometió los mismos errores que Argentina en los años anteriores. Lo bueno es que quedó el gasoducto y hoy ya hay varias empresas argentinas que están exportando gas a Brasil. Una novedad total, porque antes nuestro vecino sólo importaba gas de Bolivia o por los barcos de LNG que llegaban a sus puertos básicamente de Medio Oriente. Así que hoy Argentina ya exporta por ese gasoducto que es la forma más barata”, argumenta.

En cuanto a Chile, también se está exportando, pero advierte que su economía tiene un techo. Advierte que allí también hay que superar la mala imagen que dejó Argentina al incumplir en su momento los acuerdos de provisión, tema que terminó en litigios y eso siempre se paga. “La conquista del mercado chileno va a ser gradual. Hoy ya se está exportando, y un buen antecedente es el funcionamiento hace más de un año de un oleoducto de YPF que con algunos socios está exportando petróleo para la refinería de ENAP, - la empresa estatal chilena- que está utilizando en gran parte el petróleo argentino”, advierte.

Inversiones

¿Pero están dadas las condiciones para que llegue esa pretendida inversión extranjera directa en este sector? Storni explica que, en realidad, se están adelantando decisiones de inversión, porque aún no están dadas todas las condiciones que requiere un país normal para enterrar capital. El RIGI da ciertos beneficios a grandes proyectos de cientos de millones de dólares. Hasta ahora hay cuatro proyectos aprobados en ese marco que quizá no tienen un gran impacto a nivel país todavía, porque son inversiones que llevan su tiempo de maduración. “En el caso de la energía quizá son más cortos, mientras el caso de las minerías, son más largos, pero al no aplicarse en forma universal a nivel nacional, el impacto es importante pero reducido, no es que llegan y derraman a toda la economía”, recuerda. Señala que, si bien hoy Argentina viene haciendo grandes aportes en el ordenamiento de la macroeconomía, están faltando las medidas concretas para que la microeconomía, es decir que las empresas puedan invertir en igualdad de condiciones con los países vecinos. Todavía el régimen impositivo, laboral, previsional, regulatorio, la litigiosidad de Argentina respecto a Uruguay, Brasil, Chile, Perú e incluso de países centrales como EE.UU. o de Europa, implica sobrecostos que hacen que aquí no se den las condiciones para inversiones masivas, dice. “Tanto el campo – que invierte mucho, pero a corto plazo - como la industria, siguen teniendo sus problemas de competitividad y el sector energético no puede aprovechar todo su potencial. De hecho, la minería arrancó con proyectos grandes gracias al RIGI y la inversión hoy es de U$5000 millones por año. La inversión externa extranjera directa es muy baja en Argentina. Si se mide la inversión como porcentaje del PIB, Argentina está más o menos en un 17% - para este año está con un leve aumento por bienes de capital y algún equipamiento- pero no se trata de un proceso masivo de apertura de fábricas ni de inversiones para generar valor agregado a ciertos productos primarios. Eso falta y tiene que ver con la eliminación de los impuestos distorsivos, la reforma laboral, y previsional, y seguir derribando toda esa maraña de regulaciones que lo único que hacen es encarecer la producción local. En definitiva, con una moneda que se va haciendo fuerte, producto de que no se emite y esa emisión no financia más el fisco, hay estabilidad, se deben aumentan las reservas por la forma que fuera y tenemos una situación que la producción importada termina siendo más competitiva que la local”, explica. Así entiende que hay que lograr lo más rápido posible que la producción local pueda competir con la extranjera en igualdad de condiciones. A nivel general comparando todo el ámbito productivo argentino con el brasileño, detalla que el vecino no tiene derechos de exportación, tiene un tope a las indemnizaciones por despido y no existe el aporte sindical obligatorio, entre otras tantas cosas que generan distorsiones para el productor local. Así un productor textil no puede competir con uno de Brasil ni un metalúrgico con China. En el caso del petróleo convencional, Argentina es más caro que Brasil.

Pero, por otro lado, así como otras industrias, la petrolera tiene una buena por estos tiempos que es la mayor fluidez para la importación de equipos, especialmente frente al 2022 y 2023 que fue muy complejo. “En general las cadenas de abastecimiento son globales, y se da un mix con piezas, partes, insumos o bienes finales con componentes importados. Tres industrias centrales como la textil, electrónica y automotriz importan muy fuerte, se trata de miles de millones de dólares. Asimismo, está el turismo argentino al exterior, que gasta la misma cantidad de dólares que el superávit que genera todo el complejo de energía”, explica. Toda una paradoja: la producción de petróleo y gas argentina para exportar, sirve apenas para pagar las vacaciones de aquellos que se van al exterior.

¿Estaremos haciendo bien las cosas? Storni señala lo curioso de subsidiar de algún modo a la importación o al turismo al exterior con dólares que se le sacas a quienes exportan. “Esto es parte de las inconsistencias de la economía argentina que vienen de décadas y que hay que terminar de desmantelar”, afirma.

Transición

En cuanto a los desarrollos hacia la transición energética y si Vaca Muerta tiene fecha de defunción dado que se explora como energía fósil. Storni señala, por un lado, que “como mucha gente, el petróleo y el gas hay que sacarlo ahora. No hay que esperar ni 5 ni 10 ni 50 años. El negocio es ahora; puede haber a futuro desarrollos e innovaciones que generen combustibles más eficientes, más verdes, más baratos, etcétera. Por otro lado, Argentina tiene una reserva de gas enorme y de alguna manera, no está del todo aprovechado, porque hay un cuello de botella que es la infraestructura de transporte, donde no estamos haciendo todos los pozos que podríamos hacer, ni agregándole el valor al gas, porque hoy no hay proyectos ni de ampliación de producción de fertilizantes ni de petroquímica y ningún tipo de aprovechamiento energético adicional para la industria”, advierte.

Entiende que hoy el gas permitiría hacer una transición muy buena y generar un cambio ya que Argentina no tiene una matriz sucia de energía como puede tener China, India, o el mismo Chile que todavía queman carbón o importan mucho desde miles de kilómetros, lo que implica mayor efecto en la huella de carbono.

“El principal insumo en la matriz energética es el gas, cosa que es un lujo para muchos países. Tenemos 20% de la generación renovable, con el hidroeléctrico, la solar y la eólica. Es decir, una matriz muy sana y si se quiere, bastante verde. Argentina en ese aspecto está muy bien, no es un desafío a vencer como sucede con otros países. El gran trabajo estratégico que necesita el país todavía es poner a sus mejores mentes a trabajar en qué valor agregado le damos al gas, cómo podemos generar la extracción, producción, industrialización y exportación de gas”, explica.

Sin embargo, la UE exige cada vez más cadenas de suministro verdes. “Europa con toda esa mentalidad, en el fondo nunca pudo desarrollar nada y tiene un problema de provisión a partir de la guerra en Ucrania. Creo que hubo mucho de regulaciones con los temas ambientales y hoy en día tiene que dar marcha atrás, volver al carbón, a la energía atómica porque Europa no pudo desarrollar una matriz energética sustentable”, advierte Storni.

En cuanto al potencial desarrollo de la producción no convencional, recuerda que 80% de la formación de Vaca Muerta está en la provincia de Neuquén, un poco en Río Negro, La Pampa y el sur de Mendoza. Se han hecho otros pozos en otras provincias y los resultados son alentadores. También hay dos cuencas más, una Palermo Aike, donde se encontraron hidrocarburos, pero en un lugar muy remoto donde es muy costoso a nivel logístico el llevar el agua, la arena y los equipos y donde los resultados no habrían sido de buena productividad. También está la formación muy reciente llamada D-129, que abriría una fuente adicional agregada a esa cuenca que no tiene tanto gas. Además, hay que ver hasta qué punto otras cuencas muy buenas tienen la productividad necesaria. “En concreto hoy el país tiene dos grandes cuencas, Vaca Muerta y su zona de influencia y varias cuencas convencionales más. Pero hay que seguir generando más certezas, hay mucho para analizar y responder, pero siempre es positivo que se estén generando iniciativas para poder aumentar la producción e ir buscando otras formaciones, habrá que ver la productividad y si el precio de mercado permite explotarlo”, argumenta..

Hay empresas que siguen apuntando a la producción de petróleo convencional, sin embargo, la referencia es que YPF se sale del negocio. “El convencional tiene reservas comprobadas y hay mucho petróleo y gas por extraer todavía. Obviamente, lo que hay que hacer es ayudar a mejorar las condiciones de competitividad que pasa por muchas cosas como lo impositivo, lo laboral, lo logístico, que están en la agenda público privada y ahora hay que llevarlas a la práctica. Porque si no se hace nada, obviamente el no convencional se va a comer al convencional y en cinco años tendrá una participación marginal en el negocio, porque es más productivo y tiene un menor costo operativo, requiere de mucho menor nivel de actividad y de personal. Se entiende que el costo es cinco veces menor al convencional. Este tema está en la agenda público- privada, está en las discusiones con los gobernadores, con los sindicatos”, explica. Finalmente señala: “El segmento energético le aporta mucho a la economía argentina, le da más solidez, generación de inversión, exportaciones, divisas, recaudación fiscal, empleo registrado y formal, posiblemente los mejores sueldos de Argentina. El desafío es lograr que los otros sectores que quizá no son tan competitivos logren concretar ese potencial a través de mejores marcos regulatorios impositivos, terminar las distorsiones y lograr una competitividad acorde”.