Más allá de un mundo imprevisible

Diálogo con Diego Guelar, político y diplomático, sobre la evolución de las relaciones internacionales y la posición regional

Un análisis sobre la evolución del desarrollo de las relaciones internacionales comerciales y la geopolítica con los países centrales dominando la escena y el desenlace de estos años de incertidumbre y disrupciones, en diálogo con Diego Guelar, político y diplomático con posiciones claves en su momento como embajador en EE.UU., Brasil; China y la UE. Una recorrida sobre la evolución de las relaciones internacionales del mundo global a las reacciones unilaterales con su visión punzante.

Megatrade: Al parecer las masas parecen no apoyar la diplomacia del acuerdo entre los países y estamos en una era de extremos. El medio no paga…

Diego Guelar: La decadencia de las dos fuerzas del centro que siguen existiendo, la socialdemocracia y el socialcristianismo frustran a la clase media insatisfecha y se agarran de los extremos. Esto ya pasó hace muchos años cuando aparece la moda brutal del comunismo y el nazismo, como elemento muy representativo de la clase media. Cuando la clase media está satisfecha, sale de vacaciones, compra un auto, una casa más grande, consume más. Si eso se frustra, y además no acepta la corrupción, pasa a la bronca, el resentimiento y la ideología que es un producto de la frustración.

M: Más allá que son procesos distintos en Europa y EE.UU., también impacta el proceso de la inmigración…

D.G.: Porque estas sociedades americanas y europeas también ya hace años vienen recibiendo flujos de inmigración muy grande y ya tienen mucha gente de segundas o terceras generaciones que inmigraron. Pero no hay que olvidar que el inicio de ese proceso fue por pedido de Europa. Es decir, en momentos de bonanza había que traer a gente para hacer el trabajo sucio, y así necesitaba que vengan los inmigrantes de África, de Medio Oriente, de India, de Pakistán e inclusive del sur de Europa…. En el momento en que eso se saturó porque no siguió el mismo nivel de crecimiento y, no obstante, se agregaron nuevos flujos, pasan a ser invasores que ocupan el espacio. Son las clases menos favorecidas con las que tienen que convivir en el barrio, en la calle, en la escuela, en el hospital. Allí aparece el racismo como expresión del mal manejo de los presupuestos públicos, la falta de generación de empleo y el cambio en el nivel de vida y allí aparece la bronca….

M: Algo similar pasa en EE.UU. un país de inmigrantes...

D.G.: Trump ganó con el discurso antiinmigrante, siendo hijo y nieto de inmigrantes, así como dos de sus tres esposas….El propio Marcos Rubio su secretario de Estado, tiene padre y abuelo inmigrante. ¿Cómo es posible que en un país que tiene esa impronta se puede asociar la inmigración al mal?. Esto más allá que, como en cualquier comunidad, pueda haber gente que esté en la delincuencia.

Incluso piensan como blancos racistas; los viejos inmigrantes no quieren a los nuevos. Así como sucedió con el judío en Europa, al que se apuntó a su extinción; se identifica al inmigrante como el enemigo. Algo irracional. Pero no le pidas a la irracionalidad que se explique.

M: Con los discursos de extrema que pasan a los hechos apoyados por la gente; evidentemente por algo se llega a esto….

D.G.: Hay un dato real: en el presupuesto público de todos los países, el rubro número uno en el gasto son las pensiones y jubilaciones. Pero antes, después de jubilarse la gente vivía un tiempo más corto. Ahora pueden pasar hasta 30 años. Entonces el rubro central del presupuesto público hizo crisis. Lo demás es anécdota. En el mundo, especialmente en Europa, el estado de bienestar estalló porque los números no cierran. Entonces se buscan extremos o soluciones mágicas. Hay también otro factor, que es el relativo aburguesamiento de los políticos que en muchos casos pasan el 80% de su tiempo disfrutando su privilegio, que dedicándose al servicio público y no lo quieren perder.

Esto también pasa con los diputados y senadores europeos, dentro de un sistema que ha crecido enormemente y es una transferencia de recursos que va por vía institucional.

Recuerdo cuando se volvió a la democracia en los ´80, los diputados ganábamos muy poco y teníamos dos asesores cada uno; hoy el nivel de ingreso de los diputados y los senadores es un abuso y además tienen más de 20 asesores y sus viáticos. Cómo es posible que un senador por CABA gane tres veces lo que gana Alberto Crecenti, - responsable del SAME- que incluso tiene el mejor sueldo como empleado público de la ciudad. Esto queda expuesto también, si vemos la riqueza de muchos gobernadores en provincias pobres.

M: Pero esto sucede hace muchos años…

D.G.: Es verdad que, desde la edad media, un señor feudal tenía su castillo. Pero cuando lo venían a atacar; el mismo se ponía la armadura y salía a pelear. Si no lo mataban, seguía teniendo sus privilegios, pero en un momento aparecía la generosidad. Fueron los grandes burgueses los que hicieron las revoluciones independentistas en América, como San Martín, Alvear, Bolívar; Belgrano, pero se montaron al caballo, se jugaron y con dignidad se ganaron su rol en la historia. En cambio, hoy se da un aburguesamiento de la política en su sentido más perverso. Gente que, a cambio de sus privilegios, no pone nada.

Esto, en un momento de sociedades insatisfechas, genera bronca y se elige gente que quizá sea impresentable, pero resulta más presentable que el lujo oculto de la clase política.

Así, cuando a la gente le va bien, lo celebra, pero cuando no le va bien no lo celebra más. Es una lógica muy clara y que no me sorprende.

M: Resulta extraño que se vean situaciones de vueltas a las extremas en el caso de Europa, que sufrió la muerte de millones de personas por las guerras….

D.G.: Es verdad, Europa ha vivido un drama tan enorme como las guerras donde murieron millones y millones, pero hoy es historia antigua. Luego Europa vivió muy mal hasta la década de los ´70 luego se reconstruyó y vivió la bonanza, pero hoy la sociedad del bienestar se acabó. En la Argentina ya nadie se acuerda de las “épocas felices del peronismo”. Hoy la memoria histórica no existe.

M: Estas disrupciones de la geopolítica pasan al comercio. De una casi inacción de la OMC creada como parte de soluciones multilaterales pacíficas a la incertidumbre y las movidas unilaterales de Trump con la aplicación de aranceles que van y vienen….

D.G.: La disrupción tiene que ver con la explosión de la indignación de las clases medias. Porque es eso lo que caracteriza el cambio electoral en Estados Unidos y en Europa. Si esto lo llevamos al comercio, lo vemos en la explosión de la locura de los aranceles o las movidas geopolíticas donde EE.UU. hoy castiga a uno y mañana vuelve atrás o no y esto tiene que ver con que el nacionalismo populista paga; porque recurre sobre hechos que están en el imaginario colectivo americano.

He vivido en Estados Unidos, el americano medio cree que su dirigencia se mete en guerras que no tiene que meterse y que el mundo es ingrato con su país y que “vamos a hacerles pagar” por eso. Trump dice "Vamos a traer las fábricas de vuelta" y el americano aplaude. Ese maltrato que dice haber recibido EE.UU. en su historia, no es cierto. Toda la negociación luego de la segunda guerra mundial que hizo Estados Unidos con concesiones, la hizo para gobernar el mundo, porque tiene un sistema planetario.

De hecho, los más duros negociadores respecto de los recientes aranceles, han sido las empresas americanas instaladas en China, América Latina y Europa para garantizarse el acceso al mercado norteamericano. Han sido los grandes interlocutores y eso no se dice. En realidad, el nuevo sistema de aranceles altos lo va a tener que pagar el consumidor americano. Ese lamento como víctima es el mismo que idealizaron las clases medias que aprovecharon los comunistas o nazis en la Europa de los años 20 y 30 del siglo pasado. Pero estamos hablando de otro contexto histórico que nada tiene que ver la actualidad.

M: Esto de apuntar a China y al comunismo, no se sabe cómo puede terminar…

D.G.: Es que desde hace tiempo China no es comunista. Entonces, no hay comunismo o capitalismo. China no está piloteando un proyecto revolucionario mundial. Eso no existe.

M: Si se mira con perspectiva, a China le costó mucho entrar a la OMC, porque necesitaba validar que era una economía de mercado y que el Estado no intervenía tanto….Pero finalmente entró y generó distorsiones en el comercio que fueron aceptadas…Al mismo tiempo se fue metiendo y liderando organizaciones multilaterales y con un comercio en expansión es la principal defensora del multilateralismo. La OMC creció en miembros y se estancó en materia de acuerdos comerciales. No será que con tantos países en “igualdad de condiciones” pero “más favorecidos” y la necesidad de consenso hizo que se paralice?. No es de extrañar que, en ese camino, hace años EE.UU. no apoyara el sistema multilateral….

D.G.: Las asimetrías de las que se queja Trump fueron producto de la negociación comercial que piloteó Estados Unidos en su momento y que generó su éxito mundial, llevando a la creación de organismos globales como la ONU o la OMC donde tuvo una militancia activa y que llevó a una asimetría justificada entre el mundo en desarrollo y el mundo desarrollado donde los países europeos y Estados Unidos pagaban más aranceles que los primarios de la periferia, en compensación con la venta de los productos con alto valor agregado. Hay que ver el dato cualitativo, además del cualitativo.

La negociación que en su momento hicieron los europeos, como Alemania, Francia, Inglaterra, y Estados Unidos, se le se suma China que entendió este juego. Es importante no hacer un análisis estático del comercio, sino tener en cuenta, por ejemplo, el balance tecnológico de Estados Unidos que es superavitario si se incluye el valor de patentes, repatriaciones, etc. Por ejemplo, Brasil tiene un superávit comercial enorme con China, que lo tolera, porque el nivel de exportación cualitativa de China a Brasil es muy importante. Entonces, lo que pierde numéricamente en volumen, - 75% es mineral de hierro, soja y carne- lo gana en la calidad de lo que exporta.

M: Pero los países de la región han crecido mucho en exportación a China. Brasil mucho más que Argentina que además tiene una mayor estructura industrial…

D.G.: Es verdad que creció mucho más la producción de materias primas, minerales y agrícolas como mineral de hierro, soja y carne en Brasil que en Argentina; por eso seguimos teniendo déficit comercial con China, por nuestra incapacidad de tener una propuesta económica equilibrada, de otro modo, la Argentina podría exportar mucho más.

Ahora, no es cierto que Brasil se caracteriza por su estructura industrial; tiene nichos industriales muy fuertes. Se equivocó con querer desarrollar la informática, por ejemplo, pero acertó con la industria aeronáutica y tiene a Embraer compitiendo en primer nivel. Hay nichos que la Argentina también podría haber desarrollado como el plan espacial o nuclear argentino que son muy buenos.

M: Queda entonces todo en aquel concepto de cómo se manejaron los términos de intercambio. No es cierto que EE.UU. ha sufrido el abuso de los otros países y tienen que pagar….

D.G.: El intercambio comercial fue producto de la negociación bien manejada de los países centrales controlantes de la tecnología con los países proveedores. Por eso hablamos de asimetría consentida. Decir ahora que “todo fue un gran abuso de los otros países” no es cierto y menos que fue algo producto de un error de los dirigentes anteriores de EE.UU.

Creo que, con esta política, Trump no está construyendo la “América grande”, sino todo lo contrario. Cuando asumió EE.UU. ya era la primera potencia mundial. La recibió construida y con las reglas que estaban hasta que el llegó. No existe aquella “confabulación comunista”

M: Pero, como dijimos la OMC estaba paralizada antes de la llegada de Trump. Hace 15 años que no hay rondas negociadoras, frente a esta idea de “igualar la cancha entre países poderosos y alguna isla-nación alejada de todo, pero independiente. Ahora viene una organización del comercio que quiere ser cambiada con movidas unilaterales. Será sólo un vendaval temporal?.

D.G.: Personalmente creo que es transitorio, que no es el camino, y que los intereses más importantes, no están de acuerdo. Respecto a la paralización de negociaciones, siempre han habido grandes negociaciones paralelas a la OMC entre Europa, China y Estados Unidos, los grandes actores que imponen las reglas.

Por otro lado, no hay ningún elemento que acredite en pensar en serio que puede haber una transferencia de poder a la periferia. Pudo haber un aumento del valor del petróleo o de la soja, que puso a algunos países periféricos en mejores condiciones para comprarle tecnología a los centros de poder. Así se consolidó la hegemonía tecnológica de los países centrales. Esta hegemonía ahora incluye a China; que no está en el Sur Global, como repite; está disfrutando del poder con Estados Unidos. Precisamente en tecnología está peleando el primer lugar.

M: Esta pelea EE.UU. China esta muy lejos de la “guerra fría”….

D.G.: Es muy distinta a la disputa de poder que había entre EE.UU. y la Unión Soviética, porque entre ellos habia una distancia más amplia. La URSS era como un cascarón vacío, mucho más débil, algo que se descubre centralmente en la época de Reagan.

Hoy Rusia no es ese cascarón vacío, pero puede estar a la altura de Brasil, su único elemento de presión es la capacidad nuclear que puede afectar a Europa, pero no en lo productivo. Hoy 50% del producto bruto mundial es Estados Unidos y China, aproximadamente 50 trillones de dólares. Después en un segundo nivel, están Alemania e India con unos 4 trillones y en el tercer nivel pueden estar Brasil y Rusia que es un actor de reparto en el poder mundial, más allá de ser un gran productor de materias primas. Digamos que es un Brasil con ojivas nucleares. Claro que tiene otra historia y está pegado a Europa y a China. Pero lejos de China en materia de poder económico.

Mercosur

M: En este contexto que le queda a la región. Por ejemplo, a la Argentina…

D.G.: Tengo bien en claro que nosotros tenemos que desarrollar la ideología de la integración con la región y especialmente con Brasil, por encima de las ideologías locales y más allá de los partidos. Hay que tener un mecanismo de business as usual, no importa quién gane, en términos de la agenda de la construcción de un poder regional. Si trabajamos en conjunto seríamos quinta o sexta potencia mundial.

M: Sin embargo, pasamos de una idea del Mercosur potente en lo comercial a los discursos ideológicos y el mundo avanzó…

D.G.: La mejor aproximación fue la original con Alfonsín y Sarney en el ‘85. Después inventaron la diplomacia presidencial como un juguete entre Menem y Fernando Enrique Cardoso. La primera etapa fue explosiva en el comercio. Pero luego abandonamos el eje integrador. Mucho tuvo que ver la primera devaluación de 1999 en el gobierno de Fernando Enrique….

Recuerdo cuando fui embajador en Brasil y Cardoso manejaba la devaluación del Real. En ese tiempo, las decisiones pasaban por la consulta a quien manejaba el Senado, los poderosos del norte como Magalhaes…

M: Ud. le sugirió que lo consulte a su socio del sur…

D.G.: Ni lo consideró. Menem estaba en Texas visitando al entonces gobernador y futuro presidente de EE.UU., George W. Bush. Se enteró de la devaluación brasileña el día después.

Cardoso no entendía que estaba administrando la moneda que iba a ser de la región, algo que ya estaba previsto. De allí en más la integración no avanzó más. Se empezaron a manejar las afinidades ideológicas que realmente no debían tener ninguna importancia frente a los intereses nacionales.

Peor hay un dato real: no hay integración sudamericana o del Mercosur más Chile, como se quiera describir; si no hay un liderazgo brasileño y este no existe. Brasil opera como Brasil. Nunca pensó en la región. El liderazgo cuesta plata, después se puede recuperar y con creces.

M: Pero en su momento Lula apuntó a la integración Sudamericana como líder, claro que fue pura política ideológica con sus pares de la región en su mayoría alineados en el mismo sentido…

D.G.: Eso fueron palabras no realidades. No avanzamos en la integración y Brasil no lidera. El dato clave para que Brasil tenga la posibilidad de liderazgo es la enmienda que pone a la integración por encima de la Constitución; que la Argentina si tiene y que en Brasil no existe.

M: Por otro lado, con cada gobierno que cambia, vuelve a estancarse el proceso de integración…

D.G.: Lo ves en España, un día con un gobierno de izquierda o uno de derecha y la integración europea sigue. No entendemos que nuestra geopolítica está en la región. No lo ve el propio Brasil que sobreentiende que es una potencia mundial y nadie la trata como tal. No ha entendido que para ser potencia mundial tenía que ser líder de América del Sur. Pero tenía que pensar como región y liderar. No lo ha hecho.

M: Y la Argentina está lejos de esa posición…

D.G.: La Argentina no puede liderar, no tiene capacidad de liderazgo geopolítico, por las limitaciones evidentes históricas en las últimas cinco décadas. No podemos resolver las cosas mínimas. A mi juicio debemos acompañar a Brasil, que es el 52% del producto bruto de América del Sur. Pero necesitamos un Brasil que lidere, pero tiene un pensamiento brasileño y no geopolítico sudamericano. Si fuera una potencia, hubiera ordenado la región dentro y la hubiera liderado hacia afuera y no existe la menor duda que estaría sentado con China, Estados Unidos y la Unión Europea.

M: Resulta difícil un avance en la medida en que se sigue escuchando a los líderes con discursos tan distantes….basta ver la primera reunión de los mandatarios en Montevideo. Argentina casi saliendo, Lula con su retórica de la integración, a modo de ordenar “el patio trasero”, parecen manejar dos idiomas distintos, más allá del portugués y el español…

D.G.: Es que Lula tiene una retórica de la integración, pero no la practica…Respecto al idioma con un traductor se arregla. Acá el problema es que uno tiene una retórica y el otro ni siquiera la tiene; entonces son dos mundos.

M: Hace poco se acordó la baja de aranceles en 50 productos y se tomó como un avance…

D.G.: Es la última demostración de pensar con una visión muy chiquita, tratando de mendigar alguna ventaja sobre ciertos productos, en lugar de decir: "Vamos como Mercosur por un acuerdo de libre comercio".

M: Cómo queda el Mercosur con la búsqueda de Argentina de un acuerdo de libre comercio con EE.UU.?

D.G.: El propio Trump dice que quiere un acuerdo de libre comercio, pero ya lo tenemos propuesto por Estados Unidos desde 1992. A los 6 meses de constituir el Mercosur, ya teníamos una propuesta de sentarnos a negociar un acuerdo de libre comercio. Porque el Mercosur tenía entidad en sí mismo para avanzar en ese sentido. Podíamos haberlo hecho en forma paralela, lo mismo que negociamos con la Unión Europea. Pero no hay voluntad política, ni pensamiento integrador.

M: Resulta extraño que Brasil no avanzó con liderazgo regional teniendo a Itamaraty como guía en materia de relaciones exteriores, siempre tan estable y valorada en la política brasileña…

D.G.: Itamaraty es un lugar de privilegio para los diplomáticos que le han vendido a los brasileños. Diplomáticos que cuando se retiran los absorben los directorios de las grandes empresas con un sueldo enorme. Lo que hizo muy bien Itamaraty es ser interlocutor del poder estable, no importa quién gobierne. Un muy buen manejo, brillante y muy útil, porque eso le daba protagonismo a la política exterior. Desde esa valorización, Itamaraty podía haber dado el salto, pero con un Brasil protagonista y liderando América del Sur.

M: Del lado argentino no se puede esperar mucho…

D.G.: De nuestro lado la diplomacia no existe, además de tener gobiernos con una incapacidad total para percibir el fenómeno geopolítico. Por ejemplo, no se entiende como se está únicamente alineado con EE.UU. e Israel. Acordar con EE.UU. y dejar el Mercosur implica perder toda capacidad de negociación con el socio principal. Otra cosa sería acompañar a Brasil como interlocutor central en un acuerdo con Estados Unidos. Sería un gran hecho geopolítico.

M: En qué lugar ves a Europa, tan complicada en estos momentos…

D.G.: Europa necesitaba el liderazgo de Alemania y hay que ver cómo puede recuperarlo su nuevo primer ministro. No es posible tener una Unión Europea ofensiva sin el liderazgo alemán y el acompañamiento francés.

M: Un tema que mira de cerca EE.UU. es la relación de China con Sudamérica. En todos estos años se ve el avance de China en la región y EE.UU. lo mira por TV.

D.G.: Un ejemplo lo vemos con el puerto de Chancay en Perú, un lugar estratégico. Además, China está montando una política de comunicación hacia Brasil por vía ferroviaria para sacar carga del oeste brasileño hacia Oriente. Ese es un proyecto de China más que de Brasil.

Seguramente EE.UU. va a poner más el ojo en este tema. Se que se está hablando de colocar recargos a los buques que lleguen a los puertos americanos que hayan tocado Chancay. Este, junto al observatorio chino en Neuquén, además de Ucrania, son temas prioritarios de Trump frente a China en la región.

Respecto al laboratorio, - esta probado que no tiene nada que ver con lo militar- creo que el próximo embajador de EE.UU. en Argentina va a pedir que lo cierren. Es un observatorio para seguir a 300 000 kilómetros al espacio lejano y para los chinos es fundamental para su programa espacial. Ellos no tienen ningún observatorio que cumpla la función en una ubicación de ese tipo y les sirve para las dos misiones que hicieron al lado oscuro de la luna y para una futura misión que tienen planteada a Marte. Con relación a lo comercial China sigue avanzando. Respecto a la Argentina, destacó el último acuerdo que se selló con China para evitar la doble imposición. Eso está muy bien. Los mecanismos funcionan.

M: Ud. vivió en China, fue embajador, vivió esta explosión económica y desde este lado sigue siendo una contradicción entre el poder vertical del Estado y la economía de mercado y ser el abanderado del multilateralismo y la OMC…

D.G.: China es capitalista, pero siempre alineado al partido único que controla el estado, con gran centralización del poder político y descentralización operativa y económica, pero insisto; bajo el control político. El 75% de la economía china es privada desde el punto de vista de la propiedad, pero obedece al partido único. China es la mayor defensa y el abanderado del libre comercio y de los organismos multilaterales. No olvidemos que cada dos meses hay una reunión secreta en Basilea de los presidentes de los bancos centrales y que no sale en los diarios. Allí, el presidente del Banco Central chino va como uno más y cumple a rajatabla los mecanismos de los f lujos financieros. Hoy para dar un crédito; un banco chino es igual a uno suizo. En eso no hay arbitrariedad política. China ha ido aprendiendo el funcionamiento del sistema capitalista, que es más elevado a su modelo y no lo quiere romper. Entonces, funciona con parámetros, por eso esa guerra comercial con EE.UU. la tiene ganada, porque está mejor financieramente.

M: Es un error pensarla en términos occidentales, donde se le endilga tener un manejo político unitario, sin elecciones, prensa libre, poder judicial independiente…

D.G.: Mirado desde el ahorro de energía es importante..

M: Más allá de esas asambleas legislativas multitudinarias que se ven de tanto en tanto…les alcanza con monitorear el ambiente social…

D.G.: La Asamblea Nacional se reúne dos semanas por mes en marzo, es simbólico. Entienden que la democracia occidental es un lujo precisamente de otra mentalidad en la que ellos no tienen nada que ver. Ellos vienen de Confucio no de Aristóteles… Para China su sistema no es autoritario, funciona con sus reglas, cada vez más chinas y menos soviéticas. Para ellos la experiencia “soviética” fue una un sistema fallido. Cuando desaparece la Unión Soviética, hacía 10 años que China venía separándose, viendo que no servía el esquema soviético. Así vuelven a su cultura. Hoy Xi Jinping es un emperador, no es un secretario general del Partido Comunista.. Es otra filosofía, se han “chinificado”, lo que es compatible al autoritarismo del Partido Comunista como acumulación de poder. Eso implica la verticalidad en la familia, en la ciudad, en la provincia y en la nación, que tiene un fuerte reconocimiento al poder.

Hoy nadie desafía ese poder. Y la falta de una situación desafiante, hace que el sistema no tenga porqué entrar en crisis. Así uno puede saber que puede pasar en China de aquí a una década, es totalmente previsible, todo lo contrario a lo que no sucede con EE.UU. con la actual administración.

M: Cree que el camino de disrupción de Trump en EE.UU. seguirá siendo acompañado por la sociedad americana?. Cómo ve la continuidad del conflicto comercial con China?.

D.G.: Creo en la sociedad americana como neutralizante de posiciones que vayan contra el equilibrio de poder y no aceptará que se pase por encima de un sistema construido con esfuerzo por 250 años.

Sino se llega a un acuerdo con China, es posible que este país vaya devaluando su moneda para hacerse más competitivo. No hay que olvidar que tiene partido único y una sociedad muy verticalizada que está en condiciones de hacer lo que puede llamarse “sacrificios de guerra” en momentos críticos. Y China tiene 140 países en el mundo en donde es el principal socio comercial. Creo que, si se da una guerra comercial, China es la que está en mejores condiciones estratégicas, porque tiene su sistema menos “mundializado”. Claro que todo esto implica fuertes costos iniciales para los dos países, pero estas movidas de Trump pegan sobre todo en los intereses norteamericanos que están más globalizados en China. Hoy en todas las proyecciones a 10 años; China está arriba en términos económicos respecto a EE.UU. Y no hay motivo para que esto no ocurra. Calcular la proyección de crecimiento de China es 5% para este año; eso implica una Francia. Por ejemplo, el promedio de incorporación de gente al mercado es de 20 millones de personas por año. Es brutal. Pueden vivir con su mercado interno. China es totalmente estable que va a consolidar su vínculo con el mundo. En cambio no se sabe con Estados Unidos. Cuatro años de Trump pueden ser un avance extraordinario para China. Eso no es bueno, porque China tiene un sistema que no tiene nada que ver con el nuestro. Necesitamos un occidente presente para equilibrar. Necesitamos un Estados Unidos líder del mundo occidental muy inteligente y muy afilado y en constante elaboración de ideas para que sus teóricos aliados puedan estar mejor y no que los castigue. Lo cierto es que EE.UU. no puede soltarle la mano a China. Quizá Trump por su ideología lo quiera hacer, pero ni siquiera él puede.