22 de diciembre 2023
Qué tipo de riesgos se experimenta localmente, en la región y a nivel global, ante la duda de si el mundo está frente a un proceso de desglobalización o simplemente va virando hacia un relativo proteccionismo?.
Estás y otras, son algunas de las cuestiones que se intentaron dilucidar en el evento “Riesgos Globales en la Argentina post 2023” organizado por la Fundación ICBC y que tuvo aportes de gran nivel. Para pensar.... Parece ser que estamos viviendo un cambio de época. Julieta Zelicovich, profesora UNR e investigadora del CONICET, - en la foto- lo ilustró con dos conceptos: policrisis y permacrisis. El primero alude a una concatenación de crisis, esto es, existen crisis o shocks que disrumpen el funcionamiento del orden internacional, en su dimensión política, en su dimensión económica y en múltiples factores que se dan de manera simultánea. “La crisis se transforma en nueva normalidad, se retroalimentan entre sí y, a partir de eso, vamos a un escenario donde la incertidumbre y el riesgo se vuelve un componente presente condicionante de cualquier decisión en el escenario internacional”, dijo. Agregó que esto rompe con el funcionamiento de la globalización como la conocimos.
Lo que sucede es que, si bien estos riesgos existían en el funcionamiento del sistema internacional, gran parte de ellos estaban ocultos y reducidos en base a un funcionamiento del orden internacional en una determinada estructura de poder. Pueden existir distintos factores que lleven a una ruptura del funcionamiento y la globalización, empieza a resquebrajarse. “Se le corre el velo a la globalización. Donde antes se asumía que no había riesgo político, empieza a haberlo, relacionado con la vinculación intencional, presente y marcada entre la dinámica de mercado y la dinámica del Estado, del poder”, sentenció.
Aunque no pareciera que estemos en un contexto de desglobalización, para Zelicovich vivimos en un mundo que sigue siendo profundamente interdependiente expuesto a vulnerabilidades y riesgos.
En materia de comercio internacional, área de gobernanza y relaciones internacionales, mencionó tres grandes grupos de riesgos en el mediano plazo: El riesgo político y geopolítico, que alude a las disrupciones en los flujos de comercio asociadas a barreras que pueden crearse o a la falta de cooperación para resolver problemas comunes. Un segundo grupo de riesgos que tiene que ver con la cuestión climática y la transición energética y un tercer grupo relacionado a la dimensión económica productiva.
Otro elemento al que hizo referencia, tiene que ver con las barreras al comercio: “Un 9,2% del comercio internacional está afectado por barreras a las importaciones. Esto empezó a crecer en la crisis de 2008-2009, acumulando e incrementándose”, dijo. Un dato novedoso es que, desde la guerra entre Rusia y Ucrania, se empezaron a imponer restricciones a las exportaciones, aranceles o cupos. “Esto se volvió un elemento recurrente dentro del sistema multilateral de comercio y se duplicó la política industrial. Un estudio de Naciones Unidas indica que el 50% de las medidas comerciales implementadas entre 2020 y 2023 están relacionadas con algún tipo de política industrial, mientras que en el período 2015-2019, eran solo un 20%”, indicó. Se duplica en cuánto irrumpe el Estado como actor protagónico moldeando los flujos del comercio para determinada meta de política industrial, para cambiar el modo en que se asignan los recursos para la competitividad.
Sumado a esto, están las sanciones unilaterales en materia del comercio internacional, donde si no gusta lo que está haciendo un país y el otro tiene un poder suficiente, lo va a usar para intentar moldear posiciones. “Esto genera vulnerabilidad y necesidad de diagnóstico, saber dónde están esas vulnerabilidades y una necesidad de adaptarse y de-risiking”, dijo.
¿Y qué pasa con el sistema multilateral? Para Zelicovich está debilitado y con pocas probabilidades de volverse fuerte, con una menor vinculación en tipo de acuerdos que se hacen. Además, no hay instrumentos a la medida de los acuerdos de libre comercio con aranceles, con compromisos vinculantes, que afecten de manera acotada la soberanía del Estado.
Para Federico Merke, profesor UdeSA e investigador del CONICET, - en la foto- la geopolítica vuelve a estar en tema por una interconexión con la globalización que antes no había, algo singular de la época. Esto se debe, explicó, porque la confrontación con los socios de China, en parte con Rusia, reconectan la vieja práctica de la geopolítica que nunca se fue, con una “nueva práctica”, que fue la globalización que estalla con el fin de la Guerra Fría. “La globalización fue un proceso fenomenal, que trajo una interconexión global, transnacional, con elementos muy concretos como el offshoring y las cadenas de valor. Estas son dos patas centrales cuando hablamos de globalización, y son las que están puestas en cuestión y tiene que ver con la geopolítica”, dijo.
Para Merke, una de las cosas que está afectando a la geopolítica, es un imperativo denominado “el grupo”. Esto difiere con la idea de globalización, que es una red con actores centrales y secundarios, pero interconectados. “Los países se están preguntando de qué lado están. Y para ello, no hay una sola respuesta”, comentó.
Señaló que esto se puede pensar a través de tres elementos. La geografía, es decir el grupo, los vecinos, lugar de donde ningún país se puede mudar, “el barrio”. La otra respuesta son los intereses, el grupo está dado por aquellos que tienen los mismos intereses. Y el tercer elemento es la identidad, las ideas, la ideología de miradas del mundo que comparten. El desafío está en cómo hacer para combinar esos tres elementos y que cohabiten los distintos grupos que lleven esas combinaciones. “Europa es fuerte porque es el barrio, son los intereses y las identidades, lo que lo convierte en un super grupo”, ejemplificó.
El camino complicado de este diálogo entre geopolítica y globalización, se puede dar por el sesgo intragrupo, la idea de que un grupo está en oposición a otro, entrando en un juego de suma cero. Otro elemento podría ser el uso coercitivo de la interdependencia, lo que conecta es lo que está generando conflictos.
Por otro lado, está la competencia por los recursos críticos como el litio. Teniendo en cuenta la transición energética y una era dominada por la globalización y con cadenas de valor, tal vez no importa de quien es el litio o el cobalto o el níquel, ni quien produce tierras raras. “El que trabaja más eficientemente al menor costo, gana. Ya no es la lógica de la eficiencia y la productividad, es la lógica de la autonomía y la seguridad nacional”, sentenció.
Respecto a las energías limpias, puso en jaque la cuestión de la descarbonización, indicando que no va a ser un transición suave ni armoniosa, que va a generar ganadores y perdedores y conflictos por quien paga la cuenta.¿Y porque la descarbonización pone en juego a la globalización?. Tres puntos. El primero es que un mundo descarbonizado es un mundo que va a vivir con más electricidad y con menos energías fósiles y la primera se comercia mucho menos que la segunda. Casi la mitad de los buques que están dando vueltas por el mar llevan petróleo, gas o carbón. Más electricidad va a implicar menos comercio internacional.
Por otro lado, indicó que las inversiones en energías renovables hoy de los países que están liderando, se basan en política industrial. “Esto significa subsidios, impuestos, incentivos fiscales, aranceles o bloqueos. Eso no corre a favor de mayor integración y mayor globalización. Por lo tanto, un mundo más descarbonizado, podría ser un mundo con menos comercio y con más protección verde”, dijo. Un tercer elemento que mencionó, son los ajustes en frontera que pueden generar clubes comerciales verdes que discriminen a los que quedan fuera.
Respecto a la nueva administración en Argentina, a Merke le preocupa la narrativa del “mundo libre”, porque muchas veces, ese mundo le dio la espalda al país y hoy está haciendo política industrial y política industrial verde, que son argumentos en los que el presidente no cree. “Si le interesa reforzar vínculos con un mundo libre, debería actualizar qué está haciendo ese mundo”, mencionó.
Por otro lado, agregó que Argentina puede aprovechar muy bien la competencia por los recursos críticos negociando acuerdos de inversión por el litio, pero con el cuidado de no desestimar el potencial. “Hay una mirada muy optimista por la abundancia del litio como si fuera algo único en el planeta y que todos lo quieren. No sé si es tan así. Estados Unidos está intentando formas alternativas de conseguir litio en su propio país y Europa está avanzando en baterías eléctricas sin litio”, dijo.
Señaló que, si pudiera hablar con el presidente, le diría que no le importa si no cree en el cambio climático ni en Greta Thunberg. Que crea en Urusula von der Leyen -presidenta de la Comisión Europea- y en el burócrata de Bruselas que es quien regula y le va a hablar de comercio verde. “Que no lo haga por el cambio climático sino por un interés concreto: meter a la Argentina en cadenas de valor o en redes económicas que nos ayuden a descarbonizar y que nosotros ayudemos a otros a descarbonizar”, cerró.
Relación con Brasil
Respecto a la relación Argentina-Brasil, el analista la definió como deteriorada, con intereses materiales, perfiles comerciales y miradas del mundo distintas, sumado a la polarización política que no fue favorable a esa relación. “Nuestra dirigencia política ha perdido mucho del conocimiento y la memoria de lo qué es Brasil. Hoy es más un signo de pregunta que otra cosa y no sé cuánto Milei conoce del tema. Eso es preocupante porque no hay inserción internacional sin Brasil. Solo con Brasil es insuficiente, pero sin Brasil es imposible y ahí no tenemos agenda. Están mirando para otro lado y Argentina es cada vez más irrelevante en la canasta comercial de Brasil. China nos ha sacado la atención de la relación bilateral y no hemos encontrado una forma para negociar con el Mercosur durante mucho tiempo. Yo no descarto que se pueda reactivar esto con un Milei aperturista”, sentenció.
Respecto al ingreso a BRICS, indicó que podía ser un nuevo tema para coordinar con Brasil, aunque todo parece indicar que Argentina no va a entrar. “Si Argentina decide salirse del bloque, va a erosionar mucho más el diálogo bilateral, porque el ingreso, en parte, fue por la gestión de Brasil. Yo no soy muy optimista en el corto plazo sobre esa relación”, dijo.
A su turno, Paloma Ochoa, especialista senior de la Fundación ICBC, resaltó que las cadenas de valor son uno de los rasgos más salientes de la globalización y que la teoría de la desglobalización, está relacionada con la idea de las cadenas globales de valor sobreviviendo o que no existen más como fenómeno. Señaló que estas cadenas son funcionales a un paradigma tecnoproductivo que nació en la década del 50, relacionado con extender las posibilidades de las economías de escalas nacionales y países industrializados, de producir con costos más bajos. “Ese paradigma hace rato que está crujiendo, impulsado por un cambio de época, relacionado con un cambio de paradigma productivo, que se toca por ejemplo con el tema del cambio climático y el “enverdecimiento” de las cadenas de valor”, dijo Ochoa - en la foto-.
Además, el cambio del paradigma tecnológico permite cosas que antes no se podían hacer, como la coordinación en tiempo real con sistemas de comunicación más globales, gracias a las posibilidades de tecnificar una gran parte de los procesos productivos. Para la especialista, lo que existe es una convivencia mucho más marcada entre lo global y lo local o lo global y lo regional, y se empieza a ver es un mayor desacople donde también hay una necesidad. “Acá empieza a jugar un montón las intencionalidades de los Estados con las necesidades de las empresas”, dijo. Al respecto, indicó que los grandes articuladores de las cadenas de globales de valor son las empresas multinacionales. Empiezan a ver que tienen posibilidades de hacer lo mismo de otra manera, estando más cerca del consumidor, con demandas mucho más puntuales, con una producción que ya no es tan masiva, sino más ajustada a las preferencias y más cerca de la demanda.
Esto permite que las fábricas estén más regionalizadas, dando como resultado un cambio cualitativo en los esquemas de la globalización. Por ello es que la producción, ya no está vinculada solo a la reducción de costos, sino que al consumidor le importa de qué manera fue hecho el producto, qué tipo de recursos se utilizaron, cómo fue transportado, y cuánto se contaminó. “Ese tipo de preocupaciones del consumidor también llevan a cambios en la conducta empresarial y es un fenómeno que antes no era posible”, comentó. Explicó que lo ocurrido en los últimos 3 años a escala mundial, empezó a mostrar que al paradigma que ya estaba crujiendo, se le sumó un sistema de gobernanza global que no da respuesta, lo que permite la formación de clubes de afinidad o de regionalidad.
Y el paradigma tecno productivo que aparentemente está emergiendo, reforzaría esa lógica. “Me preocupa nuestro lugar en la región. Cuando la guerra comercial entre China y Estados Unidos se pone más fuerte, se empieza a pensar si América Latina se va a beneficiar de este nuevo nearshoring o frendshoring”, indicó. Para Ochoa todo esto es relativo. Insistió en que la oportunidad de la regionalización es compleja, por lo menos en América del Sur, que hoy aparece bastante fragmentada y cruzada, por algunos quiebres ideológicos. Una especie de rompecabezas de izquierdas y derechas que habrá que ver, si permiten la posibilidad de generar algún tipo de gobernanza y coordinación.
Excepto por algunos casos en México y algo de Centroamérica, explicó que el resto de América Latina en las cadenas global, tuvo muy baja participación e integración a nivel regional. “Las cadenas globales de valor van hacia un esquema mucho más fuerte de regionalización vinculada al mercado. Además, niveles más altos de coordinación y articulación y una agenda más fuerte en temas de integración”, cerró.
Por su parte, Esteban Actis, profesor UNR e investigador del CONICET, señaló que mirar al mundo desde Argentina, muchas veces se vuelve utópico. “Tenemos la tesis parroquialista u ombliguista y mirar al mundo no es una opción, es un imperativo”, dijo. Agregó que, desde un enfoque de riesgo global, el riesgo argentino es muy alto para cualquier actor, sobre todo el privado, con emergencia permanente, crisis macroeconómica y una economía cerrada. “Claramente mirar al mundo, se vuelve mucho más dificultoso en ese sentido”, señaló.
Si bien la globalización solamente tiene un cambio cuantitativo teniendo en cuenta que el porcentaje de comercio del PBI global en el 2008 se estancó, también hay un cambio cualitativo y acá, mencionó Actis - en la foto-, aparecen dos tipos de riesgos: geopolíticos y entrópicos. “Estos últimos son riesgos que justamente exceden a los actores en su capacidad de control como el cambio climático, ciberseguridady cuestiones vinculadas con la gestión de algún tipo de desastre natural a gran escala”, dijo. Por ello, es que el lugar de la Argentina en esta globalización de riesgos, debería preocuparse más por los impactos entrópicos del mundo que los geopolítico ya que, según se dice, América Latina no está en ninguna línea roja de las grandes discusiones geopolíticas. “Eso no quiere decir que no vayamos a estar. Si América Latina no está en la geopolítica, no la llevemos nosotros”, comentó.
Una oportunidad para Argentina, dice, se relaciona con el cambio climático y, sobre todo, en materia agroalimentaria. “En esta globalización del riesgo, en algunos mercados, la oferta va a estar por debajo de la demanda, con cadenas que se interrumpen y disrupciones por cuestiones geopolíticas y climáticas. Esto trae oportunidades y amenazas, pero para un país productor de alimentos, en el largo plazo y con disrupciones coyunturales, puede ser una oportunidad”, declaró.
Actis remarcó tres grandes oportunidades comerciales con Brasil, EEUU y China que tiene el nuevo gobierno argentina, si evita la sobreideologización de la política exterior. Con China, si la Argentina ordena la macro y le saca el pie a la producción, indicó que se van a necesitar más mercados porque el país va a ser más competitivo. Eso es política comercial estratégica. Con EEUU, dijo que hay una agenda con bancos multilaterales muy importantes, para financiar cuatro áreas específicas que son infraestructura, semiconductores, energías limpias y cadenas de suministros médicos. “Si hay sectores que Argentina tiene competitividad son el farmacéutico, las energías limpias y la infraestructura”, explicó.
Respecto a Brasil, se paró sobre la coordinación en el G20, teniendo en cuenta que ese país tiene la presidencia. “Esto representa una oportunidad interesante, pero pareciera que mientras se da la transición de gobierno ya está siendo desperdiciado”, remarcó.
Más allá de commodities, están los servicios basados en el conocimiento ¿Cuál es la importancia de este sector para el país y en la región en general?
Romina Gayá, consultora especialista en Economía del Conocimiento, - en la foto- explicó que es un sector que viene creciendo y que cada vez se mete en otros rubros. Los factores que dinamizan al comercio internacional de servicios en la economía digital son el cambio tecnológico que se acelera. Lo que se conoce como “servicificación”: Los servicios ganan relevancia en todos los otros sectores y en todas las etapas de la cadena de valor. “Hay productos tecnológicos que valen mucho más que otros, no por la parte física, el plástico o el vidrio de la pantalla del celular, sino por los intangibles, el diseño, la investigación y desarrollo, la ingeniería que tienen incorporados”, dijo. Señaló que para este sector, si bien los costos de transporte no son importantes, sí lo es la interacción en tiempo real, por lo que es fundamental el huso horario. “En ese sentido nuestro mercado natural, está en el continente y, el mercado es Estados Unidos, no es Latinoamérica, no es Brasil, lo mismo que el vínculo con China”, explicó.
Sobre Argentina, indicó que está inserta en estas cadenas de valor, pero sesgada por la producción de bienes, que están en los primeros eslabones. De todos modos, remarcó que antes de esa producción, hay eslabones previos que tienen que ver con los servicios, por ejemplo, la biotecnología. “La cadena no empieza con el trigo, empieza con la biotecnología que desarrolla y eso es economía del conocimiento”, explicó.
El dato positivo es que Argentina es exportadora neta de SBC, genera empleo intensivo y el capital humano es de calidad, calificado y bien remunerado y es clave para el desarrollo regional, porque son actividades que se pueden hacer desde cualquier lugar en el cual haya capital humano y conectividad. “Tenemos más de 30 clusters de SBC en todo el país. Además, es clave para la inserción internacional de las pymes, justamente porque se puede hacer a pequeña escala. El riesgo es que dejemos pasar la oportunidad, algo en lo que somos especialistas”, comentó.
Vayamos a los riesgos.
En primer lugar, Gayá remarcó que, para la OMC, la economía digital no existe. Explicó que tuvo su primer programa de trabajo sobre el comercio electrónico a fines de los 90’ y la discusión para empezar a negociar algo, fue hace pocos años. Pero la regulación de la economía digital está pasando por normativa doméstica y por acuerdos internacionales. Respecto a este tema, hay tres grandes enfoques: el enfoque de Estados Unidos que es un enfoque abierto de no frenara los negocios, el enfoque europeo, que la mayor parte de América Latina incluida Argentina siguen, y está enfocado en la protección de la privacidad del titular de los datos. Y el enfoque de China o de Rusia que está más orientado a que el gobierno pueda tener control de la información.“Si bien hay mucha evidencia de que los enfoques más abiertos contribuyen más al desarrollo de los negocios, se demostró que la heterogeneidad de reglas, juega en contra del comercio digital. Por ello es clave saber dónde nos vamos a parar en ese sentido, con quién vamos a estar alineados y si se tiene una regulación parecida. Eso va a ser fundamental para el desarrollo del comercio digital”, indicó.
En cuanto a la integración regional, Gayá señaló que el Mercosur había sido pionero en la negociación de reglas sobre comercio electrónico en los 90’. Pero, “como casi todo en el Mercosur se negociaron cosas, se firmaron, y nunca se pusieron en práctica”, lamentó. Si bien hay un acuerdo de comercio electrónico que no está vigente y solo ratificado por Uruguay. “Con esto nos podemos perder las oportunidades y corremos el riesgo de no participar en la toma de decisiones. Chile negoció un acuerdo con Nueva Zelanda y Singapur sobre la regulación de la economía digital con muchos espacios para la cooperación regulatoria, para la innovación, para hacer espacios controlados en los cuales se puede experimentar con la regulación”, comparó.
Entre los desafíos y los principales riesgos para la economía digital, más allá de lo que ocurre a nivel mundial, manifestó que primero hay que normalizar la macro. “No se le puede pedir a un empresario pyme que está apagando incendios, que se ponga a ver qué es lo que está pasando en el mundo. Hay que arreglar la macro”, dijo.
Además, si bien Argentina tiene una política de promoción de la economía del conocimiento, el régimen actual se quedó muy corto al lado del resto. “Lo que necesita el sector, es que saquen el cepo y la brecha. No hay exportación posible y menos en estos sectores, donde es mucho más fácil evadir los controles. Necesitamos sacarle el pie de encima del sector privado, porque las empresas se están yendo a otros países, sea en los papeles o radicándose allá. Todo eso no ingresa por la vía formal Argentina”, sentenció.
Finalmente, agregó que hay que mejorar en materia conectividad, ya que estamos muy rezagados frente a países desarrollados y empezamos a estarlo frente a la región, por ejemplo, Uruguay y Chile. Sumado a las brechas dentro del país entre las grandes y las pequeñas ciudades, con lugares donde se podrían desarrollar ecosistemas de economía del conocimiento. Por otro lado, sostuvo que el sector servicios con Brasil, no avanzó nada. Y si bien Argentina es proteccionista y complica un poco las cosas en industria, en servicios, no es la responsable. “Brasil ha frenado todas las iniciativas de avances en ese sentido y en la negociación comercial, es imposible desde lo impositivo”, sostuvo. Esto es porque, según la consultora, impide que muchas empresas presten servicios a través de Internet, exigiendo presencia comercial, asociarse con alguien en Brasil, que sea accionista mayoritario, entre otras cosas. Lamentó que mucho de la tecnología aplicada, esté frenada en el mercado brasileño, que es gigante y con el cual se podría, no solo acceder a ese mercado, sino tener cooperación e integración productiva. “Las empresas de servicios quieren ir a Brasil, pero no van porque es complicado y es mucho más fácil vender en Estados Unidos”, mencionó.
Acción colectiva y coalición exportadora
Mariano Turzi, director del Centro Indo Pacífico de la UCA, señaló que uno de los grandes problema que tiene el país, es el dilema de acción colectiva y lo ejemplificó con el agro: “Ponerle un impuesto al campo, no es eficiente, no genera productividad, resta valor agregado. Todas estas cosas no están en las consideraciones principales, pero si uno lo mantiene en el mediano y largo plazo, daña”, explicó. Sugirió pensar de qué manera, como una cierta cantidad de personas que comparten un interés, logran organizarse o no, para avanzar sobre un interés públicamente. “Sobre esto es donde pisa muy fuerte Milei. No en Estado o no Estado que pueda ser retórica de campaña. Sino que en el Estado hay una coalición clarísima de intereses”, dijo.
Si bien para muchos una elección no resuelva las cosas, para Turzi, menos resuelve los problemas estructurales de la Argentina. Lo que tiene que haber es un muy fuerte consenso que discipline, advierte.Por otro lado, explicó que si bien el agro es el sector en que Argentina tiene mayor ventaja comparativa y competitiva, probablemente sea el que cuenta con más conflictividad político-social. Por ello, recomendó pensar cuál es el plan que va a tener el gobierno, hasta donde lo va a llevar a caboy cuál va a ser el rol de la oposición, porque generar consensos es más difícil con la reconfiguración del Congreso. Recomendó además salir de la discusión de agricultura familiar o doméstica. “Estas antinomias, son el resultado de personajes con poca visión estratégicas y cuestiones que están fuera del clima de época. El agro tiene un enorme potencial, pero hay que sacarlo de la idea del modelo agroexportador de los 80’ versus la agricultura familiar”, dijo Turzi, - en la foto-.
Respecto a las oportunidades, sostuvo que hay que saber diversificar. “Yo puedo tener litio en mi provincia, firmar un acuerdito y cambiar la camioneta. Eso es una oportunidad para uno, dos o tres. Pero el litio ¿para quién?, ¿de qué manera? ¿lo voy a industrializar?. No es lo mismo cuatro pozos y gastar toda el agua para regalar el litio a tres compañías, que producirlo o llevar ingenieros geólogos. Ahí también se puede escalar la cadena global de valor que incluso va a traccionar para otro tipo de servicio”, añadió
.Un tema en el que hizo hincapié fue la coalición exportadora cuestionando si Argentina es conducente en la exportación o no. “¿Por qué vas a renunciar a grabar algo que podés grabar?. Hay un sector que no es productivo, que es el Estado, que sienta las bases para que otros sectores produzcan. Y para que haya comercio, tiene que haber un Estado, si no, no conviene comerciar”, dijo.
Recordó que hay un área de servicios en Argentina, en parte, porque las privatizaciones de ’90, elevaron mucho la calidad de las telecomunicaciones. Y si bien indicó que no todo tiene que privatizarse, si afirmó que es importante entender costos, beneficios, fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. Por ello explicó que Argentina necesita una coalición con un argumento económico, en favor de los sectores protegidos del país, porque la política industrial asociada a un Estado presente y benefactor, versus el aperturismo salvaje donde se salvan unos pocos, es un debate político. “La protección industrial es para sectores estratégicos y no para los amigos”, sentenció.
Si bien para algunos la protección industrial en Argentina fue muy larga, muy tarde y muy mal aplicada, para Turzi el problema no es protección o desprotección sino, cómo se protege y cuánto, más allá de un partido político, donde la transparencia sea el punto nodal para armar una coalición de un modelo de país. Agregó que eso debería ser un punto de convergencia para todas las fuerzas, a no ser que el punto de convergencia sea no tenerlo. Y esto es fundamental porque si no se encuentran consensos, se termina en un escenario de altísima conflictividad.
El cierre del encuentro estuvo a cargo del director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación ICBC, Felix Peña -en la foto-.
El experimentado analista señaló que estamos en la antesala de un momento crucial en que la gente que está dedicada a estudiar y analizar desde el punto de vista teórico y académico, trabaje junta en la región, para que pueda dar opiniones y sugerencias prácticas sobre cómo abordar algunas de las ideas que hay que llevar adelante. “Ahora tenemos un nuevo gobierno en Argentina y vamos a necesitar discutir a fondo lo que podemos seguir haciendo para terminar de construir la idea de un espacio regional de trabajo conjunto, como mínimo, de un espacio sudamericano, que es el espacio en el cual está insertos, por ejemplo, en el proceso de Mercosur”, finalizó. Muchas incognitas por dilucidar.