Qué sabemos realmente de hasta dónde llega el potencia del litio?. En qué medida hay que llegar a acuerdos regiones para fortalecer la actividad y cuál es la posición de los Estados?. Hablamos, en este caso particular, del triángulo del litio compuesto por Argentina, Chile y Bolivia - en la imagen- que, según dicen, se concentra la mayor cantidad de recursos globales de litio en depósitos de salmueras.
Por ello es que la CEPAL organizó, en colaboración con el Centro de Estudio Internacionales de la Pontífice Universidad Católica de Chile y, con el apoyo de la Cooperación Alemana en el marco del Proyecto de Cooperación Regional para la Gestión Sustentable de los Recursos Mineros en los Países Andinos, un seminario que reunió a expertos del sector público, privado y académico, de Chile, México, Alemania, Argentina, Bolivia y Perú.
La apertura estuvo a cargo de Jeannette Sanchez, directora de División de Recursos Naturales de la CEPAL, quien resaltó el crecimiento acelerado de la demanda de litio y, los países desarrollados, comienzan con estrategias especiales con alertas en términos de cómo aprovisionarse de esos minerales críticos. “La urgencia del cambio climático y los grandes retos y desafíos ambientales que tenemos, la electromovilidad y la transición energética hacia fuentes limpias y renovables, se presenta como caminos fundamentales para descarbonizar”, dijo. Es que América Latina tiene cerca de la mitad de reservas de litio, el 37% del cobre, casi un tercio de las reservas mundiales de plata, más de un quinto de las reservas de grafito natural, 17% de las reservas de tierras raras, el 16% del níquel, distribuidos en la región. Datos más que suficientes.
La cuestión es que el litio es un insumo fundamental para producir baterías de ion litio, centrales para la movilidad eléctrica y para almacenamiento de energía estacionaria. “Se estima que la demanda de litio se multiplicaría entre 2.5 y 6 veces en los próximos 7 años”, mencionó.
Esto explicaría porque los precios han subido tan aceleradamente en los últimos años, entre el 2021 y 2022 se multiplicaron casi 9 veces. Sanchez destacó que, en el 2022, Australia, Chile, China y Argentina significaban alrededor del 97%. “Esto ha motivado a los países industrializados a incluir a este mineral en la lista de los denominados críticos para sus propias transiciones”, dijo. China domina con creces, en sus distintos eslabones, la producción de las tecnologías energéticas bajas en carbono. El bloque europeo con iniciativas multiactor, avanza hacia su objetivo de consolidarse como relevante en la producción de baterías de litio y de autos eléctricos.
Por otro lado, la ley de reducción de inflación de EEUU, con subsidios a la producción y estímulo a la compra doméstica de vehículos eléctricos, es otro ejemplo de la nueva era global de políticas de desarrollo productivo y de incentivos gubernamentales a esa transición.
¿Y que se hizo en América Latina y el Caribe?. Sánchez señaló que algunos países de la región establecieron o confirmaron al litio como un recurso estratégico, en cuanto a las oportunidades para el desarrollo económico, y también frente a los desafíos sociales, ambientes y de gobernanza que representa el aumento de la actividad extractiva en la región. “Esto suscita un debate histórico que se refiere a la dependencia de la actividad extractivista para nuestro desarrollo y el impacto que esto genera en las comunidades y ecosistemas y el rol que juega América Latina y el Caribe en las respectivas cadenas globales de valores asociadas a estos recursos minerales”, sentenció.
Para cerrar, agregó que el litio presenta oportunidades claras para la agregación de valor, tanto aguas arriba como abajo, y también para la diversificación de la estructura productiva, para generar redes de proveedores locales y una renovada agenda para la integración regional. Además, dijo que la región necesita contar con una visión compartida y de largo plazo que busque la conciliación social, la protección del medio ambiente y el logro de su propia transición energética hacia fuentes renovables y hacia economías bajas en carbono.
Por su parte, Jorge Sahd, director del Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica a su turno, indicó que, desde el punto de vista de América Latina, está la discusión de cuales son las oportunidades de interacción o de cooperación entre los tres países que forman el triangulo del litio. Si bien es una región con abundante riqueza de recursos naturales para la transición energética, preguntó si esa riqueza de recursos naturales es acompañada por una riqueza en sus políticas públicas.
Planteó tres temas relevantes, en primer lugar, "los riesgos geopolíticos y la carrera de las potencias para el acceso a esos minerales críticos y el control de las cadenas de suministro. En segundo lugar, como los países se plantan frente a la rivalidad geopolítica que hoy vemos representada en China y EEUU. El tercer punto, es a qué nos referimos cuando hablamos del triángulo del lito, cuales son los pasos de colaboración, las oportunidades o simplemente el diálogo de mejores prácticas”.
La geopolítica del Litio
Francisco Urdinez, profesor asociado en el Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, director del núcleo milenio de impactos de China en América Latina, sentenció que, en la discusión sobre la geopolítica del litio, en la dicotomía de cooperación o carrera internacional, estamos mucho más cerca de una carrera. Planteo que la ventaja que saca China, esta basada en las tres variables que definen esa carrera. “La primera es la velocidad de implementación de proyectos y la capacidad de atender el mercado doméstico. Hoy en día China tiene una ventaja de costos aproximadamente del 30% sobre productores europeos y estadounidense. La segunda variable es la capacidad de internacionalizar estos proyectos. Este es un fenómeno con un epicentro eminentemente asiático ya que China, Corea y Japón juntos, tienen una cuota de mercado del 92% de la fabricación de baterías y una enorme velocidad de producción inigualable con otros productores”, dijo. Agregó que en 2022 el 35% de todas las ventas de automóviles chinas, fueron eléctricas, y en Brasil, el mercado más grande de América Latina, solo fue el 2,5%.
En tercer lugar, y acá esta la buena para los países del triángulo del litio, es que China tiene menos ventajas en el aseguramiento de las cadenas de suministros. Si bien tiene inversiones además en los principales productores (Chile, Argentina, Australia), las principales empresas mineras chinas tienen inversiones en los principales yacimientos de litio, pero aun es donde tiene mayores dificultades. “La distancia geográfica con alguno de los epicentros, le dificultan la garantía de control de las cadenas globales”, dijo.
Si bien es un tema que está abierto, el panorama es que hay carencia de multilateralismo hoy, donde priman las miradas unilaterales, y todos se ven como competidores mutuamente. “Esto para la región es negativo, pero es donde estamos parados hoy”, lamentó.
Además, para Urdinez, lo único multilateral y que duda en que avance, es el tratado de libre comercio Mercosur- Unión Europea. “Hubo declaraciones públicas de los negociadores de cuánto serviría a la vinculación de ambas partes en relación al litio, pero es una discusión que está totalmente parada y lleva más de 20 años”, cerró.
Por parte del sector privado, José Miguel Berguño, VP Senior Servicios Corporativos en SQM, señaló que la entidad facturó, el año pasado, USD 11 mil millones, teniendo una participación del mercado en el orden del 20% mundial del carbonato de litio y el hidróxido de litio. Ambos se usan en baterías eléctricas para los automóviles y, sus principales clientes están en China, Corea y Japón, lugar donde se produce la demanda principal. “Si bien es un mercado con tasas de crecimiento significativas, junto con el aumento de la demanda, probablemente van a aumentar los requisitos de calidad, pureza del producto y exigencia de sostenibilidad”, explicó.
Indicó que, en SQM, tienen el compromiso de carbono neutral en la producción de litio y en el agua. Berguno señaló algo clave para la producción que, por estos lares parece que no se entiende, es que la flexibilidad productiva y responder a los diversos requerimientos del mercado mundial, significa invertir en mayor capacidad productiva y capacidad de refinación: “Hemos desarrollado producción en Australia que esperamos iniciar el próximo año y también capacidad de refinación en China, es decir, tener producción local en Chile y en China y refinación en Chile y en China, y, de alguna manera, que la flexibilidad sea una forma de prepararse a un mundo cambiante y muy difícil de pronosticar”, dijo.
Señaló que la sostenibilidad no la ven como un elemento anexo, sino algo clave en la estrategia. Estima que, en el futuro, el mercado de las materias primas se va a dividir entre aquellos de alto estándar de sostenibilidad y los que no lo tienen. Esto es, que habrá dos tipos de litio, uno verde y otro que no. “Nosotros vemos que la sostenibilidad enriquece nuestra capacidad competitiva y que la forma de producir tiene que incluir los elementos con impactos locales”, cerró.
Por su parte, Juan Luis Dammert, doctor en geografía y licenciado en Sociología, señaló que a los países del triángulo del litio, les convendría fortalecer los estándares de gobernanza como condición para beneficiarse de la riqueza mineral, siendo firmes y sin debilitar esos estándares, por un sentido de urgencia climática ni mucho menos por un afán de lucro acelerado. “En el caso del litio hay peculiaridades adicionales como las complejidades geopolíticas y el vínculo con la transición energética. No tenemos buenos aparatos de plantificación en los países de la región”, dijo. Agregó que los países del triángulo del litio, deberían desarrollar estrategias de corto y mediano plazo, considerando que la ventana de oportunidad puede ser corta con un cambio tecnológico que haga que esta fiebre, no dure lo que algunos actores están pensando. Por otro lado, consideró tratar de evitar alinearse con algún bloque y mantener la línea de hacer negocios con quien sea y convenga.
Según un reciente artículo en la revista The Economist, la región se puede convertir en la superpotencia de los commodities en este siglo, y uno de ellos es el litio. Además, destacó el especialista, que la coordinación entre los países, debería poner énfasis en apalancar la narrativa verde que viene con este tema y usarla a favor. Indicó que la energía limpia, en teoría, debe incluir a las cadenas de suministro, para que, por ejemplo, los consumidores de vehículos que quieren tener un auto con energía más limpia, deberían también poder exigir que toda la cadena de ese producto, haya tenido estándares de sostenibilidad y responsabilidad empresarial. Promover esa cooperación, evitaría una competencia irracional entre los países que tienen litio, y no los lleve a una carrera hacia el fondo, en estándares ambientales y sociales.
“En términos de valor agregado, existen posibilidades de coordinación con otros países latinoamericanos fuera del triángulo. Especialmente con Brasil o México, explorar la idea de cadena de suministro regionales para el ensamblaje de vehículos eléctricos, por ejemplo, teniendo en cuenta toda la experiencia y cadenas que hay en esos países. Hay que invertir en innovación y en promover la agregación de valor”, cerró.
Por su parte, Leticia Pineda, líder regional del Consejo Internacional de Transporte Limpio en EEUU, advirtió que se necesitan esfuerzos globales continuos para garantizar que se satisfagan las demandas de suministros de materiales, baterías y vehículos eléctricos. “La producción tanto de vehículos como de baterías, puede satisfacer las necesidades de objetivos gubernamentales hasta 2025 y se prevé que existen reservas suficientes de minerales estratégicos como el litio para satisfacer esa demanda”, dijo. Lo que no está tan claro, indicó, es si la escala de extracción y refinación de materias primas para obtener el grado de calidad de las baterías son suficientes, para seguir el ritmo de la fabricación de celdas de baterías, paquetes y demás de los vehículos eléctricos. Más allá de los vehículos, el litio podría permitir una diversificación económica.
Al respecto, Pineda, señaló que la transición energética impulsa la demanda de minerales y metales utilizados en tecnologías limpias, desde paneles solares, baterías, turbinas, además de vehículos eléctricos: “Los países de la región pueden diversificar sus economías al incursionar en industrias de producción y procesamiento de estos materiales, pensando en exportar algo más que recursos naturales no procesados”, añadió. Esto podría resultar en mayores ingresos por exportación y una posición obviamente mucho más fuerte en cadenas de suministro globales. Sobre esto, comentó, se le podrían sumar incentivos que permitan equilibrar la atracción de inversiones. Pueden ser exenciones fiscales, financieras, arancelarias o facilidad, para la exportación, pero equilibrarlo con los beneficios para el país anfitrión.
Por otro lado, afirmó la importancia del planeamiento estratégico, para dar certidumbre y confianza para atraer inversiones, tanto para el corto, mediano y largo plazo, teniendo en cuenta que, para el año 2030, se estima una venta anual de vehículos eléctricos de 42 millones.
Asimismo, indicó la importancia de mantener estándares mínimos, comunes, ambientales y sociales, que benefician a todos los países, para que no generen tensiones por la disparidad que pueda existir en esta carrera por satisfacer la demanda. Además, Pineda explicó que países como Chile, Brasil y Colombia, empezaron a plantear agendas de justicia fiscal y el ecosistema de litio. También la participación de cadena de valor de contenido nacional, con gobiernos que puedan establecer requisitos para que los inversionistas extranjeros contribuyan a la creación de valor agregado en la cadena, dentro de los propios países que producen. “Además, podría pensarse en la transferencia de tecnología y capacitación, con políticas que requieran a los inversionistas, a que compartan conocimientos técnicos y desarrollen las capacidades locales”, explicó.
Por su parte, Günther Maihold, profesor de ciencias políticas en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín, planteó cómo lograr coordinar los esfuerzos que hagan los demandantes de la materia prima en el exterior en sus mercados, con los mercados nacionales en los países productores, para no caer en un cierto canibalismo basado en la repetición de un modelo primario exportador. El primer punto que resaltó, es que el debate tendría que asumir muy tempranamente las dimensiones que en el pasado se han ido olvidando, que es el regreso de las políticas industriales. “Esto implica no solamente la gobernanza de las cadenas sino también, la gobernanza del desarrollo tecnológico y de los diferentes actores económicos y sociales que intervienen en esta dimensión de la política a nivel nacional”, dijo.
Si bien hay una demanda global del litio, hay un contexto de desglobalización o reglobalización organizada, desde una perspectiva de seguridad, por lo que la conformación de los mercados de litio en el futuro, no es segura. Por ello, supone que habrá mercados de carácter regionales orientados en ciertos productores que se vean como confiables y otros menos confiables. Si hablamos de los riesgos geopolíticos, Mahold señaló que se puedan dar a diferentes niveles. En primer lugar, algunos actores globales que están recurriendo a estrategias para controlar las posibilidades de acceso a estos recursos: “Si tenemos una perspectiva de una creciente confrontación entre EEUU y China, será una situación muy complicada para el mercado del litio porque sabemos que gran parte del valor agregado de la refinación, se da en China”, explicó.
Otro riesgo geopolítico que se podría dar, es la posible interrupción de la cadena de suministros, como pueden ser huelgas, desastres naturales, problema de logística, etc. El tercer punto, es de donde proviene el capital para el financiamiento. Indicó que ahí pueden darse situaciones difíciles cuando, por sanciones económicas que se extienden a otros países, podría complicarse el proceso de inversión para llevar adelante el acceso a la tecnología necesaria para la explotación y la producción de litio.
“Un cuarto punto esencial es recordar que la geopolítica también siempre tiene una dimensión de las empresas. Estamos viendo en Chile y en otros países, una clara orientación de organizar una empresa pública, por lo que no van a ser solamente relaciones interempresariales, sino que, van a ser también relaciones con participación de gobierno, lo cual implica que los criterios políticos van a ser relevantes y que pueden ser distorsionadores para la relación”, sentenció.
Por último, recordó la ya conocida teoría de la "enfermedad holandesa": Fenómeno que sugiere que una economía que experimente un auge en el sector productor de materias primas, presentaría movimientos de recursos del sector transable hacia el sector productor de materias primas, como un sobre crecimiento del sector que distorsiona las relaciones económicas en los diferentes espacios.
Mientras tanto, Ana Maria Aranibar, vicepresidenta del Consejo del Organismo Latinoamericano de Minería, advirtió sobre el cuidado de las comunidades, en los territorios donde se podrán instalar mega proyectos de minerales críticos, como el litio, y lo que conlleva para el entorno. En este caso en particular, los salares de Bolivia, dijo.
Algunos de los factores que han desencadenado en las últimas décadas, señaló, son acciones de defensa de los territorios indígenas de las comunidades vecinas a grandes o medianos proyectos mineros, las malas prácticas de años atrás, la creciente deforestación, inclusive en áreas protegidas y el mal uso del agua por parte de muchas compañías mineras. “Estos son factores han generado mucha desconfianza de las comunidades. Por lo que es necesario cambiar esas miradas", expresó Aranibar. Hizo mención a algunos estándares de la OCDE, que aunque no son específicos para el tema litio, están dirigidos a empresas multinacionales y con recomendaciones sobre prácticas responsables en sectores industriales, incluida la extracción de minerales y ofrecen orientación sobre la debida diligencia, derechos humanos y cuestiones ambientales en la cadena de suministro.
Asimismo, Juliana González Jáuregui, Magister en relaciones y negociaciones internacionales de la FLACSO afirmó que América Latina carece de una iniciativa regional de integración o de coordinación respecto a los minerales críticos. Explicó que los esfuerzos de cada país, hasta ahora, viene siendo, en particular de los países de América del Sur y también de México en torno al litio, independientes y sin cooperación entre ellos.
Desde ya que la tendencia de las cadenas de suministros vinculadas a la transición energética son un atractivo para la inversión global y se va a ir haciendo más evidente, a medida que los países del mundo aumenten sus esfuerzos por luchar contra el cambio climático, destinando inversiones en lo que tiene que ver con la extracción del litio. “Los países de América Latina están muy bien posicionados en términos de ubicación estratégica y pueden cumplir un importante rol en lo que refiere a estas cadenas de suministros”, dijo.
Respecto a las inversiones extranjeras, señaló que los países que están invirtiendo en la región, en el sector del litio, en el corto y mediano plazo, se enfrentan a numerosos desafíos: “Uno de ellos, es que dista de existir un consenso sobre la gobernanza del litio en nuestros países y en ese marco, sobre como elaborar estrategias que promuevan el desarrollo económico. En segundo lugar, se necesitan más esfuerzos para que las inversiones extranjeras en proyectos de energías limpias en nuestros países, incluyan requisitos de agregado de valor por parte de los países de la región, de manera que los procesos no solamente promuevan la transición energética, sino que se alineen con el desarrollo productivo regional”. Un tercer desafío, agregó, tiene que ver con la oposición de las comunidades locales a la extracción del litio en los países de la región, con un punto en común que es la preocupación por los espacios de recursos hídricos que existen en las zonas de producción. Sería necesario, contar con estudios sobre los efectos ambientales de las operaciones de extracción de salmuera y, es importante que las empresas demuestren un interés por el manejo adecuado de los recursos y la protección de los ecosistemas, destacándose la consulta previa con los diferentes actores involucrados.
“El año pasado la producción mundial de litio alcanzó casi 130 mil toneladas y se estima que seguirá creciendo considerablemente a corto y mediano plazo", explicó. Lo cierto es que, según González Jáuregui, en la otra cara de la moneda, están los centros globales que demandan el litio y se concentra en los países que promueven la electromovilidad y están dominando la producción electrónica: “El triángulo de la batería. China, Corea del Sur y Japón”.
Y esto no es producto de la casualidad. Indicó que no solamente en China, sino también en Corea y Japón, hay proyecciones muy a largo plazo respecto al papel estatal, al financiamiento y al otorgamiento de subsidios a las empresas para lograr posicionamiento. Pero del otro lado, en los países del triángulo del litio, están emergiendo territorios de disputa, y esto tiene que ver con que las grandes empresas líderes del sector están presentes en Argentina y en Chile y, también, están empujando por ingresar a Bolivia.
“Hay un acuerdo reciente entre la empresa estatal Yacimientos del litio boliviano con el consorcio chino CBC para la construcción de dos plantas industriales en Oruro y Potosí, en Chile se destaca la presencia dos empresas y la empresa BYD, anunció que realizará un estudio de factibilidad de instalar una fábrica de cátodos en Chile y Argentina”, dijo. En términos normativos, y yendo a las políticas públicas, González Jáuregui indicó que existen diversos abordajes en los países de la región. En el caso de Argentina, a diferencia de Bolivia, el litio no es considerado, en general, un recurso estratégico por el Estado. En Bolivia, sí, y se lo dota al Estado de competencia, lo mismo que en Chile. Advirtió que el desafío está en la especialización de la cadena del lito, ya que las políticas están más bien orientadas a la extracción del recurso, particularmente en Argentina, y en Chile en la producción del litio y compuestos del litio. “El desafió para los países de la región, es cómo hacen para no convertirse en meros exportadores de carbonato y no intervenir en las diferentes etapas de valor”, dijo.
Sobre los negocios con China que existen en los países del triángulo, González Jáuregui indicó que, en Bolivia, el acuerdo entre Yacimientos de litio boliviano y el consorcio CBC, busca asentar las bases para la industrialización. Si bien no hay una inversión concreta, hay un acuerdo que está básicamente testeando la factibilidad. En Argentina hasta el presente, las empresas chinas han invertido en al menos nueve proyectos de los 35 que se encuentran en diferentes etapas de avance y hay dos proyectos de acuerdos con empresas chinas para la provisión de tecnología de extracción de litio. “Si lo pensamos en paneos regionales, las fusiones y adquisiciones chinas más importantes en América Latina están siendo vinculadas a las cadenas de suministro de la transición energética”, cerró
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